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Fósforo: exceso tóxico ejemplar

La abundante ingesta de alimentos refinados retroalimenta un mayor consumo y la ansiedad oral. El mecanismo principal es simple y de sentido común. El cuerpo “leelos nutrientes que ingresan, tal como hacen la cajera del súper con su lector óptico. Frente al alimento refinado, el organismo “no lee” suficientes vitaminas, minerales, ácidos grasos, aminoácidos, enzimas… y por ello pide más. En cambio cuando ingerimos alimentos sustanciosos (semillas), el cuerpo “lee” el ingreso de todos esos nutrientes y en alta concentración, enviando al cerebro la señal de saciedad, lo cual nos induce a frenar la ingesta.

Pero los excesos no son solo de volúmenes, de por sí tóxicos, sino de macro nutrientes claves. Es el caso de los azúcares, las proteínas y las grasas. La alimentación moderna es abundante proveedora de esos elementos y para peor, de pésima calidad. Estos son hechos altamente comprobados, que no necesitan mayor justificación, pero que ilustraremos en el apartado “Evitando ensuciantes”.

A la par de muchas carencias, nuestra sociedad se ha convertido en víctima de excesos que no se visualizan como peligrosos. Un ejemplo es el fósforo, mineral considerado importante en la nutrición saludable, entre otras cosas por su rol en la actividad celular y enzimática. Sin embargo, y como todo en la Naturaleza, los excesos invierten la cualidad del nutriente.

La industria química alimentaria usa mucho fósforo inorgánico, mineral base de aditivos, conservantes, leudantes, emulsionantes, estabilizantes, espesantes y saborizantes (ejemplo, el ácido fosfórico de las gaseosas). Una sola fábrica alemana produce de 20 a 25 toneladas diarias de estas versátiles sustancias!!! Sólo a causa de estos aditivos, se estima que diariamente consumimos 1.000mg de fósforo, superando los 800mg que recomienda la OMS para una persona adulta. Y a esto hay que agregar el fósforo que ingerimos con los alimentos.

El fósforo es muy utilizado como fertilizante agrícola y ese exceso en los suelos se transfiere a la cadena alimentaria (vegetales, animales, humanos). El poroto de soja es, en sí mismo, un gran suministrador de fósforo: aporta 590mg en solo 100g de semillas.

Los lácteos son otra gran fuente de fósforo, ya que la leche vacuna tiene una relación calcio/fósforo (1:1) muy diferente a nuestras necesidades corporales (2,5:1). En esta última relación, el fósforo resulta sinérgico del calcio, pero en el lácteo vacuno, su alta proporción lo convierte en antagónico del calcio, al cual bloquea. En 100g de queso parmesano encontramos 840mg de fósforo.

Tal como advirtiera hace décadas Hertha Hafer [1], investigadora farmacéutica alemana, el exceso de fósforo está en el origen de los desórdenes de conducta infantil (DDA, hiperactividad, agresividad), problemas que remiten con una dieta baja en fósforo. Una reciente investigación coreana [2], demostró que una dieta alta en fosfatos incrementa el riesgo y la virulencia de tumores pulmonares y daños en las vías respiratorias.

Pero la abundancia de fósforo (propia de la alimentación industrializada) también genera otros síntomas: fibromialgia (reuma), artritis, confusión mental, temblores, calambres, contracturas musculares, reflujos gástricos, daños en mucosas y flora intestinal. Y sobre todo daño renal, ya que la vía de excreción de los excesos de fósforo son justamente los riñones.

Otro exceso grave en términos de “ensuciamiento corporal”, es el de sustancias mucógenas. A través de lácteos (caseína) y trigo (gluten), alimentos abundantes en la producción industrial, introducimos una marea de moco a la estructura corporal. Este exceso de pegajosas estructuras proteicas, colapsa no solo la vías respiratorias (donde realmente “vemos” el moco), sino también los intestinos (tal como vimos en el primer capítulo), el sistema linfático y se hace perceptible en las secreciones vaginales femeninas. Además de afecciones respiratorias y estreñimiento, los mucógenos generan reacciones alérgicas (celiaquía) y congestión generalizada de los humores corporales.


[1] Ver el libro “La droga oculta: La dieta de fosfatos (Causa de los problemas de conducta, dificultades de aprendizaje y delincuencia juvenil) en www.phosadd.com (sitio australiano solo en inglés.

[2] Dirigida por el Dr. Myung Haing Cho de la Seoul National University (Corea) y publicada en American Journal of Respiratory.

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